El camino o paso de ronda nos lleva por el trazado que seguía la guardia nocturna en sus rondas de vigilancia para la salvaguarda de la villa y sus vecinos. Seguir este camino es vivir una serie de sensaciones únicas a través de sus calles y zonas de la muralla.

Destaca especialmente el tramo abovedado apuntado u ojival que pasa por debajo de la iglesia y entre los muros defensivos. La sensación de trasladarnos en el tiempo se hace muy real en esta zona.

Un paseo por las calles de Miranda al caer el sol es una experiencia que recordarás mucho tiempo y que no te deja indiferente. Tus pasos recorren calles y pisan piedras con siglos de historia.